¿Qué nos
pasó?
¿En qué
parte de este largo camino
te cansaste
y te me perdiste?
Si siempre
soñamos con este amor,
siempre
quisimos ser uno sólo.
¿En qué
parte de toda nuestra historia,
el idioma
cambió y dejamos de entendernos?
Aquella
oscura noche sin luna,
en cuanto
logré escapar de tu ira,
vi en el espejo,
bañado en lágrimas rojas,
lo que
quedaba de mi rostro.
¿Por qué
habíamos llegado a destruirnos así?
¿Qué ganaste
con despedazar
mi ya
arrugado corazón?
Me dolía el
cuerpo, pero más me dolía el alma
porque no
encontré en tu mirada
más que odio
y cólera.
Era inútil
seguir luchando,
tratar de
conservar un sentimiento
que quizá
nunca existió.
Y miré hacia
atrás,
y no
encontré nada
por lo que
valiera la pena retroceder,
ni un
recuerdo, ni un detalle,
ni una
sonrisa, ni una noche entre tus brazos.
La rutina y
el tedio
había
consumido todo sin piedad.
Tuve que
cerrar la puerta
a cinco años
a medio vivir
y abrir la
ventana
a mi tan
ansiada libertad.
Dejar por un
lado tantos besos,
tantas
caricias que desperdicié en tu piel.
tantas
noches de desvelo
rogándole a
dios por un rayo de claridad.
Con el
tiempo me di cuenta
de que no te
extraño....
que mi piel
ya no delira por tu calor;
y que si te
amé
fue en mi
atolondrado ayer.
Mis lunas ya
no suspiran tu nombre
y en mi
cielo
ya no hay
espacio para tus estrellas.
Regresó a mí
esa gana de
conquistar la vida,
de respirar,
de sentir y de amar.
Pero
cometiste un grave error.
Debiste
haber terminado con lo que comenzaste.
Debiste
haber acabado con esta mísera existencia
cuando me
tenías a tu alcance.
Pero en vez
de quitarme la vida
me diste
fuerza, me llenaste de odio y rencor
he
irónicamente me levanté de entre las sombras
con una
intensa sed de luz y venganza.
Y en vez de
morir, vivo;
sin sentir,
sin dolor, sin miedo.
Dejaste una
marca indeleble en mi corazón
que me ayuda
a olvidarte, pero no a perdonarte.
¿Mis
heridas?
Ya sanaron,
no queda ni
el más mínimo indicio
de tu
iracundo proceder.
Tras este
congelado muro de indiferencia,
aún creo
escuchar un tenue latido
que está
luchando por sobrevivir
a este
abismo de tristeza.
Y me siento
como una serpiente cambiando de piel.
Dejando
atrás una vieja y gastada historia
y abriéndole
paso a nuevas fibras,
nuevas
lunas, nuevos amaneceres.
Una historia distinta…
Renée López Bulask
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