miércoles, 17 de mayo de 2017

Una historia más




¿Qué nos pasó?
¿En qué parte de este largo camino
te cansaste y te me perdiste?

Si siempre soñamos con este amor,
siempre quisimos ser uno sólo.
¿En qué parte de toda nuestra historia,
el idioma cambió y dejamos de entendernos?

Aquella oscura noche sin luna,
en cuanto logré escapar de tu ira,
vi en el espejo, bañado en lágrimas rojas,
lo que quedaba de mi rostro.
¿Por qué habíamos llegado a destruirnos así?
¿Qué ganaste con despedazar
mi ya arrugado corazón?

Me dolía el cuerpo, pero más me dolía el alma
porque no encontré en tu mirada
más que odio y cólera.
Era inútil seguir luchando,
tratar de conservar un sentimiento
que quizá nunca existió.

Y miré hacia atrás,
y no encontré nada
por lo que valiera la pena retroceder,
ni un recuerdo, ni un detalle,
ni una sonrisa, ni una noche entre tus brazos.
La rutina y el tedio
había consumido todo sin piedad.

Tuve que cerrar la puerta
a cinco años a medio vivir
y abrir la ventana
a mi tan ansiada libertad.

Dejar por un lado tantos besos,
tantas caricias que desperdicié en tu piel.
tantas noches de desvelo
rogándole a dios por un rayo de claridad.

Con el tiempo me di cuenta
de que no te extraño....
que mi piel ya no delira por tu calor;
y que si te amé
fue en mi atolondrado ayer.

Mis lunas ya no suspiran tu nombre
y en mi cielo
ya no hay espacio para tus estrellas.
Regresó a mí
esa gana de conquistar la vida,
de respirar, de sentir y de amar.

Pero cometiste un grave error.
Debiste haber terminado con lo que comenzaste.
Debiste haber acabado con esta mísera existencia
cuando me tenías a tu alcance.
Pero en vez de quitarme la vida
me diste fuerza, me llenaste de odio y rencor
he irónicamente me levanté de entre las sombras
con una intensa sed de luz y venganza.

Y en vez de morir, vivo;
sin sentir, sin dolor, sin miedo.
Dejaste una marca indeleble en mi corazón
que me ayuda a olvidarte, pero no a perdonarte.

¿Mis heridas?
Ya sanaron,
no queda ni el más mínimo indicio
de tu iracundo proceder.
Tras este congelado muro de indiferencia,
aún creo escuchar un tenue latido
que está luchando por sobrevivir
a este abismo de tristeza.

Y me siento como una serpiente cambiando de piel.
Dejando atrás una vieja y gastada historia
y abriéndole paso a nuevas fibras,
nuevas lunas, nuevos amaneceres.
Una historia distinta… 

Renée López Bulask

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