El nombre
del lago proviene de la unión de los siguientes vocablos: Atit femenino,
designa la luna y señala
a la mujer anciana, dos veces abuela, y Alá designa el género
masculino, varón. Unidos los dos términos forman la palabra Atit Alá.
Fue la interpretación que los primeros conquistadores, en el siglo XVI, dieron
a esta palabra la que dio vida al nombre que hoy conocemos; Atitlán. Suprimieron
la vocal después de la consonante t y le agregaron n al final.
Existen varias versiones acerca del origen de este
lago y nosotros en esta entrega quisimos presentarles una versión, que no es de
las más mencionadas, pero esperamos sea de su agrado.
Cada mañana, al momento de bañarse, ella cantaba
con una voz angelical lo cual hizo que los ríos se enamoraran de ella. Ellos se
creían los amantes de Citlatzin, por lo cual esperaban con ansias la llegada
del siguiente día y así ella se bañara en ellos, esto a pesar de que sabían que
ella era la prometida del hijo del cacique del norte.
Una mañana, como otras, luego de su baño Citlatzin
decidió pasear por las praderas que rodeaban los ríos y recoger algunas flores
para su madre. En el camino de regreso a casa se topó con Tzilmiztli (significa
Puma Negro), quien era hijo del carpintero de la región, por lo tanto un
plebeyo. No era permitido que los nobles y los plebeyos convivieran, pero el
encuentro de estos dos jóvenes desembocó en un gran amor. Sintieron como la
electricidad recorrió sus cuerpos y no quisieron separarse jamás.
Luego de una intensa charla decidieron encontrase a
la mañana siguiente en el mismo lugar. Desde ese día la joven pareja se reunía
a escondidas y compartían momentos inolvidables. Mientras tanto los ríos
notaron un cambio en Citlatzin, el cual no sabían cómo interpretar. Ella ya no
jugaba ni cantaba con sus aguas, sino que siempre se apresuraba a bañarse e
irse.
Después de unos meses notaron cambios en el cuerpo
de la joven, su forma de niña había desaparecido. Sospechaban que Citlatzin se
había enamorado de otro joven que no era el hijo del cacique del norte, pero no
podían estar seguros. Sabían que faltaba tiempo para la boda de la joven así
que no comprendían quién podría estarla distrayendo. Morían de la curiosidad
por lo que pidieron ayuda a su amigo el viento.
Éste les contó de los encuentros de Citlatzin con
Tzilmiztli. Los ríos enloquecieron de rabia y celos por lo que decidieron
separarlos. Le pidieron al viento que les llevara a los jóvenes a sus orillas y
así castigar al joven frente a los ojos de su enamorada.
El viento empujó a Tzilmiztli y a Citlatzin hasta
la orilla de los ríos y al momento que ambos estuvieron parados en sus bordes,
éste empujó con más fuerza al pobre muchacho dentro de las aguas de aquellos
amantes celosos. El joven se enredó en las aguas enfurecidas y poco a poco se
fue ahogando en ellas, Citlatzin notó lo que sucedía y decidió que no podía
vivir sin Tzlimiztli y sin pensarlo entró en las aguas y en medio de la furia
que los envolvía tomó la mano de su enamorado para que ambos se hundieran en
las profundidades de los ríos.
Los ríos al ver lo que la muchacha había hecho se
enfurecieron aún más y formaron un choque de corrientes que cubrió casi toda la
región.
Y así cuentan que se formó el Lago de Atitlán.
Adaptación
de Giancarlo Tribiani
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