lunes, 15 de mayo de 2017

La Leyenda del Árbol de Amate



Esta leyenda tiene una estrecha relación con el famoso árbol de Amate, el cual se encuentra ubicado en la actualidad en un sector de la capital que lleva el nombre de: Plaza el Amate. Fue sembrado en 1779 y su sombra fue utilizada para el descanso de aquellas personas que en tiempos pasados venían a este lugar a ofrecer sus productos, pero no solo para ellos fue un lugar de reposo, ya que las historias relatan que este también era un refugio del diablo.

Se cuenta que este personaje, luego de que lo invocaran, se aparecía frente a los que lo convocaran; no importando si fueran pobres o ricos, les ofrecía las riquezas que no poseían o bien incrementar la que ya tenían. Se dice también que cuando el diablo aparecía o desaparecía siempre dejaba fuerte olor a azufre en ese lugar.

Ahora podrán compartir con nosotros una más de las leyendas que forman parte de nuestra tradición oral.


Fue una noche como muchas otras cuando mi abuelo Ramiro nos narró una leyenda acerca del Árbol de Amate. Nos relató que un amigo de él, de nombre César, le había contado una historia en la cual él había invocado al diablo a la sombra de este árbol.

Mi abuelo nos narró que su amigo le contó que había escuchado un sinfín de veces acerca de la leyenda que decía que el diablo vivía en el Árbol de Amate y que aquel que lo invocara, a cambio de su alma o lo que este le pidiera, recibía todo lo que deseaba.

Nos dijo mi abuelo que César le relató, que sin dudarlo, se presentó un sábado por la noche frente al Árbol de Amate y que como se le había explicado repitió tres veces, sin titubear, el nombre del diablo. Este de inmediato se le apareció y le preguntó que por qué lo llamaba. A lo que el amigo de mi abuelo respondió:

Quiero todo lo que un hombre rico pudiera poseer. 

Dijo César a mi abuelo, que el diablo le respondió inmediatamente que sí, pero que la única condición que tenía para cumplir este deseo y no reclamar su alma, era que él lo visitara todos los viernes a la media noche. Sin pensarlo el amigo de mi abuelo dijo que sí. En poco tiempo el joven empezó a tener dinero, casas, carros y mujeres.

Explicó mi abuelo que César le platicó, que con el tiempo se había arrepentido por este trato, que ya nada lo hacía feliz, pero que sobretodo ya no quería visitar al diablo y no sabía qué hacer.

Contó mi abuelo que César le explicó que buscó desesperadamente una solución, pero que mientras la buscaba ya no visitó a su benefactor, situación por la que el diablo se incomodó y convirtió la vida del pobre César en una pesadilla; ya que se le aparecía en todo lugar que este visitaba.

Mi abuelo Ramiro narró que la única alternativa que César encontró para salvar su alma fue visitar a un fraile de la Hermandad de San Cristóbal, y aunque el fraile logró rescatarlo, César se volvió loco para siempre.

Mi abuelo nos indicó que esta leyenda la escuchó de su amigo en su lecho de muerte, por lo cual no sabía si creerla o no, pero lo que si era cierto es que su amigo fue una persona bastante ambiciosa que murió en la pobreza.

Adaptación de Giancarlo Tribiani

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