En muchas
ocasiones se ha escuchado decir que vivimos en un país sin identidad, que la
culpa es de los medios de comunicación que nos venden la ilusión de una vida
que no podemos alcanzar o ni siquiera aspirar. Que los reality show y las novelas de narcotraficantes se han vuelto la
escuela de una juventud sin visión, ya que desean con una locura inmensa
volverse como sus ídolos de la televisión.
Claro estas
realidades son tristes, ¿pero será posible que solo estas falsas ilusiones son las
únicas que se reproducen?
No, no son
las únicas, existen otras que por ser políticamente correctas no las criticamos;
es más las enaltecemos. Creemos que por leer los periódicos de moda en las
redes sociales, visitar los museos por las noches, salir a correr, usar
bicicleta, sentarnos en los cafés de la sexta avenida, regalar libros, etc.,
estamos un logrando un cambio o ser “agentes de cambio”.
Pues no, no
estamos logrando nada; no nos hemos dado cuenta que lo que hacemos es
reproducir las modas de las que también somos víctimas, es decir, cuánto tiempo
va a durar la idea que usar una bicicleta como medio de transporte ecológico es
viable, durará hasta que veamos que nuestro cantante o actor favorito encontró
un nueva forma de transportarse y así con todo lo que copiamos o “imitamos” de
ellos.
Claro mis
palabras no tratan de generalizar, creo que todos hemos pasado por estas fases,
pero sí de expresar que en su mayoría las personas que viven bajo estas nuevas
tendencias lo hacen por sentirse parte de un movimiento que con el tiempo
abandonarán o cambiarán por algo que los haga sentirse incluidos en la moda de
ese momento y la triste realidad será que no cambiaron ni aportaron nada a
nuestra sociedad.
Antes de
culpar a los medios, ya sea porque a nuestros ojos no es correcto lo que le
venden a la juventud o reprochar que vivimos en un país sin identidad, primero
debemos ser conscientes que nadie está
extenso a volverse parte de una corriente o un movimiento. Qué lo que es
políticamente correcto no es la verdad absoluta y antes de criticar la forma de
vivir y actuar de otros critiquemos nuestra falta de identidad y conciencia.
Por Giancarlo
Tribiani
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