La Chatona
es una enorme muñeca con forma de mujer vestida según la moda y el gusto del
municipio en donde se fabrique. La estructura se realiza a base de palitos y
bejucos, con la intención de que una persona pueda sostenerla desde adentro y
así bailar en las fiestas patronales.
La tradición
de la Chatona solo se puede ver en los municipios de Petén, siendo declarada
Patrimonio Cultural Intangible por el Ministerio de Cultura y Deportes de la
República de Guatemala según el Acuerdo Ministerial Número 776-2007.
La Chatona
además de participar en varios bailes, tiene su propia canción y baile, y es
acompañada por los también tradicionales Caballito y Moros. Su rasgo principal
es ser una mujer de aproximadamente dos metros, pero el resto depende de quien
la fabrique, pudiendo cambiar su porte, peinado, vestido, etc. Su estilo de
baile también depende de quien la utilice, dándole su propia personalidad
festiva.
Entre los
posibles orígenes de la Chatona se dice que fue un espanto que perseguía a los
bolos o a las esposas infieles. Con el tiempo su papel cambió por completo,
terminando como un personaje que divierte a todos los asistentes de las fiestas
peteneras.
A
continuación les compartimos un relato sobre esta leyenda:
Cuentan que
en un campamento para la extracción de chicle en las selvas peteneras, fue
contratada una cocinera muy peculiar. Esta mujer proveniente del Estado de
Tabasco, México, era sumamente alta, flaca, de nariz achatada y piel pálida; lo
que la hacía destacar de entre los demás trabajadores.
Un día de
descanso de sus labores como cocinera, decidió visitar el pueblo de San Andrés,
quedando completamente encantada de la belleza del lugar y por la calidez de
los habitantes. Le gustó tanto el pueblo que siempre hacía tiempo para ir a
visitarlo y de paso ir a las cantinas, y ya con sus traguitos encima
acostumbraba a salir a las calles a bailar. La mujer era tan conocida y querida
que las personas la apodaron la Chatona por la forma de su nariz y su estatura.
Por su
trabajo en las selvas peteneras, un día fue mordida por una culebra y no
sobrevivió. Al enterarse de esto los pobladores de San Andrés, entristecidos,
decidieron realizar una gran muñeca en su memoria para que les acompañara en
sus bailes por muchas generaciones.
Por Charlie
Brandigamo
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