jueves, 2 de marzo de 2017

Reflexiones



En estas dos últimas semanas Guatemala se vio asediada por las amenazas provenientes de reos y otras organizaciones asociados con el crimen organizado. Dichas intimidaciones provenían directamente de los centros carcelarios, por medio de redes sociales y mensajes anónimos, provocando un caos e incertidumbre en los guatemaltecos honrados. 

Dado a la ineficiencia de nuestras autoridades, la sociedad nuevamente se pronunció pidiendo una solución inmediata a esta situación y una de las soluciones que se planteó fue la de imponer nuevamente la pena de muerte (tema que se ha manejado desde tiempo atrás), lo que llevó a una discusión tanto de los sectores que apoyaban dicha iniciativa y los que no. 

¿Pero será realmente ésta una solución?

La pregunta nace por dos razones: la primera porque al leer tanto el artículo 18 de la Constitución de la República y el Decreto 100-96 del Código Penal, ambos indican que todo reo tiene el derecho de agotar todas instancias legales inclusive el de casación, lo que hace pensar que durante todo este proceso el reo seguirá viviendo a expensas de los impuestos del pueblo y con la opción a ser perdonado. Y por qué no, a seguir delinquiendo desde la prisión como lo hacen muchos. La otra razón es que ¿será posible que a un adulto, adolecente o niño que ya no le teme a la muerte se le pueda amedrentar con esta medida? En verdad, no es posible. No es posible porque si nacen y crecen en un ambiente en que la vida, tanto la propia como la ajena no tiene valor, el miedo nunca será parte de su modo de vida. 

Claro, este tema tiene para cortar mucha tela, pero ¿no sería mejor que antes de pensar en éstas medidas le exigiéramos al Gobierno que no se deje intimidar por el crimen organizado y la delincuencia común y que actúe de la forma que le corresponde para acabar con este mal que nos tiene de rodillas? Hay que exigir que provea de educación y trabajo a la población, ya que así nacen las oportunidades para salir adelante en un país en el que es más fácil ingresar a una pandilla que encontrar un trabajo digno. 

Al final algunos estarán de acuerdo y otros no, pero lo que debemos hacer como país es empezar a generar cambios y algunos de ellos podrían ser: pensar por nosotros mismos, informarnos y no dejar manipularnos. 

Por: Giancarlo Tribiani

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