lunes, 13 de marzo de 2017

El Cadejo



Dentro de las tradiciones orales de nuestro país se cuenta la historia de un espíritu que protege a aquellos que ahogan sus penas en el alcohol y se le conoce como El Cadejo. Las historias cuentan que en las noches de excesos este espíritu guía a los que pierden el rumbo que los debería llevar a su hogar. Pero este protector también tiene motivos ocultos en su tarea, ya que si no logra aliviar la aflicción de los dolientes les arrebata su alma con una muerte repentina. Lo hace lamiéndoles la boca, para luego seguirlos por nueve días hasta que mueren.

También se conocen historias de otros dos Cadejos, el gris que protege a los niños solos y el blanco que cuida de las mujeres abandonadas o viudas.

El Cadejo de nuestra leyenda es un perro negro con pesuñas de cabra, de ojos rojos como el fuego y el aliento con olor a azufre. A continuación les compartimos una versión de esta leyenda:


—Una mañana de abril se vio a Joel caminando por las calles aledañas al Cerrito del Carmen, iba en compañía de un perro de color negro.

Joel como pudo llego al atrio de la iglesia y se rompió en llanto. Unas semanas atrás la mujer que él había amado falleció. Tan fuerte fue su llanto y tan agotadora la sensación de soledad que se entregó a los brazos de Morfeo.

En ese momento empezó a soñar con aquella tarde de noviembre en que conoció a Karla. Recordó la belleza de su rostro, su sonrisa deslumbrante y su voz magistral al verla y oírla interpretar el papel de Ofelia. Desde ese momento Joel hizo todo lo posible para encontrarse con ella y con los más pequeños detalles, pero significativos, logró que ella se enamorada perdidamente de él.

Desafortunadamente el sueño fue interrumpido por aquella catástrofe que le arrebató de su lado a su amada.

Como pudo se levantó y se dirigió a la cantina más cercana, siempre acompañado por su fiel amigo. Ingresó en el tugurio, de aquellos en los que pocos se atreven a entrar, y junto a él sentó aquel perro negro.

Joel no podía dejar de observar al perro que ahora se había convertido en su único amigo, las miradas que le dirigía eran de agradecimiento ya que era su única compañía.  El perro lo había protegido de ladrones y dado calor en las noches heladas. Aunque al inicio el aspecto de su fiel acompañante le había causado pavor, se había llegado a encariñar con él.

Esa mañana Joel bebió hasta volver a perder el conocimiento, cuando se recuperó se dio cuenta de que ya era de madrugada. Se sentó en la orilla de una banqueta y a lo lejos creyó reconocer la silueta de su amada. Se fue tras ella pensado que era Karla.

En sus últimos momentos de lucidez, Joel pensó estar de nuevo en aquel teatro en el que la vio por primera vez actuar; sus sentidos reconocieron cada detalle de ese día, pero poco a poco todo lo que él imaginó se convirtió en penumbras. Cansado, volvió a buscar reposo en la orilla de una banqueta y con la respiración casi entrecortada y la mirada pesada empezó a buscar a su fiel compañero. En ese instante el perro se acercó a Joel emanando un intenso olor azufre, el animal se sentó junto a él y fue así como Joel exhaló su último suspiro cayendo muerto. Se lo había llevado el Cadejo.—

Adaptación por Giancarlo Tribiani 

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