viernes, 17 de marzo de 2017

La estafa detrás de la fe



Esta semana se dieron varios hechos insólitos de los cuales uno llamó más nuestra atención. Investigadores del Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) señalaron al pastor Sergio Guillermo Enríquez Garzaro, hijo del apóstol Sergio Enríquez; quien es también propietario de la iglesia evangélica Ebenezer, de lavado de dinero y defraudación al estado por Q16 millones. 

Dicha situación ocasionó diversos comentarios en las redes sociales, unos a favor y otros en contra de estos ministerios, en los cuales por la función que ejercen son difíciles de fiscalizar y bien se pueden prestar a este tipo de delitos. 

Lo complicado en Guatemala de este proceso de fiscalización de iglesias, es que se toca lo más sagrado para algunas personas, las cuales creen que es imposible que su sacerdote, pastor o líder espiritual pueda llevar acabo tales actos. La mayoría de iglesias enseñan a sus feligreses a no cuestionar sus actos formando así un modelo de guatemaltecos los cuales no desean pensar por ellos mismos y esperan que todo se resuelva por medio de la fe. 

Pero es en estos momentos que sus miembros deberían empezar a ver más allá de su iglesia y cuestionarse cómo es que se gastan millones en la construcción, en muchos casos, de lujosos templos o por qué las iglesias pueden ampliar sus atrios y obstaculizar el tránsito de vehículos sin tener una razón legal que los respalde. O también preguntar por qué es obligatorio el diezmo cuando muchos de los feligreses no tienen para el pan diario. 

Como guatemaltecos podemos llegar a ser un gran país, pero es necesario que aprendamos a pensar y a cuestionar por nosotros mismos. No debemos permitir que ninguna persona o entidad nos manipule, ya que es importante que tengamos la libertad de preguntar y de saber la verdad sin que nos tilden de herejes. Y sobre todo recordar que la fe no se basa en instalaciones lujosas, en discriminar al prójimo por no pertenecer a una familia de una posición económica alta o que el derrochar dinero comprará la salvación. 

Si bien algunas personas necesitan de estas congregaciones, no olvidemos que para ser buenos seres humanos no es necesario pagar por el perdón y la redención. 

Por Carlos Villegas

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