viernes, 24 de marzo de 2017

¿Hasta cuándo?



Pareciera que los ríos de sangre que bañan a nuestra Guatemala no tienen fin. Una semana más llena de sangre y muerte. La situación que se dio con los privados de libertad en el Centro Correccional Etapa II para adolescentes en conflicto con la ley y los ataques que se dieron en contra de los agentes de la Policía Nacional Civil nos dio nuevamente una bofetada como sociedad.

El brutal asesinato de dos de los monitores que laboraban en este centro carcelario pareció una escena tomada de una película de terror. Situación que nos hace preguntarnos ¿será posible que estos jóvenes puedan ser reinsertados en la sociedad? Las opiniones van desde las más radicales, hasta las que buscan la culpa en el entorno en el que vivimos. Si bien no podemos ser partícipes de la situación en la que ellos viven dentro de ese centro correccional o las razones por las cuales tomaron ese camino en su vida, no debemos justificar y mucho menos dejar sin castigo esta clase de actos.

En el caso de los ataques en contra de los agentes de la Policía Nacional, las hipótesis que se manejan nos dejan claro que Guatemala es un país que vive bajo el dominio de la delincuencia. Es lamentable que los personajes que pretenden proteger al pueblo no tengan la capacidad de protegerse a sí mismos y que las entidades que se encargan en presentar los casos y pruebas, así como los jueces corruptos o intimidados, no son capaces de realizar con eficacia el trabajo para el que se les contrató. ¿Qué justicia obtendrá Guatemala si permitimos que estas situaciones se sigan repitiendo? 

Las interrogantes ante qué hacer para contrarrestar situaciones como estas son inmensas, las respuestas pocas. Pocas porque las manos de muchos están atadas por situaciones o preceptos que ya no deberíamos justificar. Si bien no podemos caer en el anarquismo, si debemos luchar por realizar cambios contundentes en nuestra sociedad. Debemos analizar cómo podemos efectuar cambios positivos y poco a poco reproducirlos e introducirlos dentro de nuestro entorno. 

Pareciera redundante que lo que siempre se pide es justicia y que el gobierno actúe como el pueblo necesita, pero creemos que ese es el punto de arranque para poder salir adelante como sociedad. Si ya no exigimos que se cumplan nuestros derechos más básicos perdemos el derecho de la libre expresión y dejaríamos de reclamar por una Guatemala más digna. 

Por Giancarlo Tribiani

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