viernes, 11 de septiembre de 2020

Perdida en tus ojos

 

Perdida en tus ojos

Estrellas parpadeantes de la noche, son el reflejo del sol en el mar de mi alma y también el consuelo de mis lágrimas

Que no daría por verlos de nuevo, que no daría por verlos en persona y poder admirar el destello que emiten sus pupilas

Reflejan fuerza, furia y hambre de seguir adelante

Pero también reflejan nobleza y dulzura

Dichosos aquellos que han visto esos ojos infinitos llenos de galaxias formadas por recuerdos y memorias, llenos de amor y cariño

¡¡Ay de aquella que sea digna de corresponderle a su amor!! Dichosa doncella que nunca volverá a ver dolor, acompañada de 2 perfectos luceros que la protegerán en la noche y que serán su gozo de día

Perpetua calma sostienen los ojos en los que estoy perdida, perdida para siempre, jamás encontrada ni jamás me podrán encontrar porque él es al que yo quiero amar.

Magia Negra

Él nunca se ha dado cuenta en la manera que hipnotiza. La manera en que sonríe es un completo embrujo que me tiene atada de manos y pies con cuerdas invisibles de una ilusión

La hechicería es su diario vivir, sin darse cuenta, lo veo y empiezo a sonreír 

Aunque no esté feliz el causa esa felicidad en mí, la magia que posee nunca la había podido conocer, menos ser parte de un embrujo eterno en el que me tiene enredada, sin salida Duele amar en la manera en que lo amo pero duele más saber que su mismo veneno lo mantiene ciego, su magia siendo más fuerte que la mía, apaga mi luz blanca y me llena de agonía, me sumerge y me hunde en sus pócimas haciendo que yo le pertenezca sin saberlo, toda suya pero no todo mío.

Anhelo

Espero conocerte algún día. 

Tal vez no te des cuenta, pero yo al verte estaré segura de que eres tú.

Eres tu con quien soñaba cada noche, Eres tú el que me daba esperanzas de seguir, no te conocía, pero había algo, una luz dentro de mí que decía "algún día te encontrare y te amaré como nadie te ha amado jamás".

Respire profundo al ver esos ojos color celeste, un suspiro expiró de mis labios pronunciando un nombre que me sonaba familiar y resonaba en mi cabeza hasta volverme loca, volteaste y dijiste "tu, eres tú a quien yo he soñado" Yo me acerque y rocé sus labios con los míos los mejores labios que yo había besado.


jueves, 10 de septiembre de 2020

Insomnio a medianoche

Hoy nos complace compartir con ustedes los tres primeros poemas de Carmina López.

Insomnio a medianoche

El insomnio me acompañó en el trayecto de la noche, pensaba en él...pensaba en ti

Bajo el frío de la madrugada a las 4 en punto de la mañana, pasaron las horas sin que yo me diera cuenta, eterno eterno insomnio

Una sinfonía de pájaros cantaba afuera de mi ventana, salí por un momento para recordarme de él...para recordarme de ti, aire frío llenando mis pulmones y abrazando mis ilusiones como tú lo hacías, mis pies descalzos en el césped bañado en rocío

Pero ¿Que hago si el amor no fue suficiente? ¿Qué hago yo para borrarte mi mente?

Te vuelvo a ver a través de mis ojos cerrados, siempre el destino me arrastra hacia ti aun sabiendo que no fuimos hechos uno para el otro, eterna eterna tortura

Maldito insomnio, no me deja olvidarme de él...jamás podré olvidarme de ti.


Cuerpos inquietantes

Siluetas empapadas de orgullo y estereotipos, cansadas de no ser lo que ellos esperan

Tirados en las aceras, perdieron su dignidad en el calor de las calderas de la sociedad, vivir se hace un tormento cuando tu cuerpo es un cascarón vacío, sueños quemados yacen en el humo de lo que quedó de ellos

Cuerpos perfectos pero desiertos aún ondean en las calles, caminan entre los otros quienes desean ser como ellos, pero no pueden, los vacíos carecen de amor y los imperfectos les sobra corazón

Pero a ellos no les importa, horrendas copias baratas de imágenes en una revista

En cambio, la verdadera belleza se encuentra en aquellos cuerpos que en sus imperfecciones son perfectos, con un corazón que pesa más que las violentas críticas y ajenos comentarios, son guerreros ante un batallón de modelos a seguir que mueren de hambre y desean ese corazón que jamás tendrán si siguen idolatrando la mediocridad de un cuerpo perfecto, pero carecen de alma

¿Vale la pena ser una copia más?

Susurros olvidados

Voces que lleva y trae el viento, junto a recuerdos y memorias

Susurran en mi oído todas las palabras que solían decir las almas que quería perdonada funcionó, sus consejos no sirvieron de nada

Se fueron en las corrientes de viento perdiéndose en el canto de los pájaros

Voces que me consuelan

Voces que son mi única compañía en esta agonía de seguir amando

Almas que lo único que dejaron fueron sus ideales en las paredes para que otros a través de ellas escucharan sus lamentos y pensamientos que jamás fueron encontrados

Nadie los escuchó a tiempo, dejándolos atrapados en sus habitaciones o simplemente en su locura de que algún día fueran escuchados

Espero algún día ser encontrada por alguien que escuche en mi pared, alguien que escuche que aún te amo.


miércoles, 9 de septiembre de 2020

Carmina López

En el espacio del día de hoy queremos compartir con ustedes el talento musical de Carmina López y en los siguientes días estaremos publicando varios de sus poemas.

Carmina López es estudiante de fisioterapia en la universidad Galileo y su pasión es la música y la escritura, empezó a escribir aproximadamente hace dos años y a realizar covers hace un año y medio. Está trabajando en una canción original y sus covers son interpretados en inglés y español.

Esperamos disfruten la siguiente interpretación a capela que ella nos comparte este día.  



martes, 8 de septiembre de 2020

Rodrigo Villalobos

Este día nos complace publicar una vez más los textos de Rodrigo Villalobos. Rodrigo es un escritor, editor, periodista cultural, investigador archivista y tallerista. Nació en Ciudad de Guatemala en 1992.

En el 2011 creó su blog Tulipanes de plástico, donde expone poemas, ensayos y cuentos de su autoría. Formó parte de la antología de poetas contemporáneos Frente Al Silencio -Poesía- (2014). Ha publicado los libros Poemas de un disquete (2017); y Tulipanes de plástico (2018). Fue cofundador y codirector editorial de la revista cultural y literaria La Fábri/k/ del 2018 al 2020.

 En la actualidad, finaliza sus estudios de la Licenciatura en Letras en la USAC; está a cargo de la editorial Testigo Ediciones; colabora como columnista y redactor para varios medios digitales, como Diario de Los Altos y Resiliencia GT; además, dirige y trabaja en proyectos de activismo y memoria histórica.



La hora en que llegaste

Viniste para quedarte,
cambiando la música de mi radio
por una más tropical.

Por ti aprendí a juzgar la hora
solo por las manecillas del reloj;
le robaste tanto faroles a las noches,
como cafés a las mañanas.

Viniste para quedarte,
jugando a ser alfil
sin antes haber sido peón.

Ya se me olvidó
cómo contar los números de un almanaque,
cómo las frases se deben pronunciar,
               (como tildar yseparar),
el color y los nombres que soñé
                 (para hijos/cosas que nunca tuve con alguien más),
incluso, no recuerdo si nos pusimos reglas antes.

Viniste para quedarte,
coqueteando sin quitarme la mirada
y derramándote entre mis manos.

Pronto, dejé de medir distancias y tiempo,
siempre parecías dejar de huir
y había de mí que te acompañaba sin mi consentimiento…

Quizás eran las estaciones todas iguales,
quizás eras tú quedándote conmigo.

Viniste para quedarte,
como la librera que improvisé en mi alcoba
                 (perpetua e inamovible),
con muchas palabras traducidas/intermediarias,
                pero tan callada al final,
                               y gritando después
                                         que siempre sí
                                                     al amor y a algo más…






Con mi guitarra

               Con mi guitarreo (eo, eo)
soy un bardo,
lobo que aúlla melódicamente,
coyote de loma sin nombre,
trovador medieval con tenis Nike,
y hago loas con cerveza.

                    He vencido (ido)
a otros lamentos con los míos,
lamentos heridos
del corazón de'ste bonito
y curvo cajón.

Canto porque no bailo
y no bailo porque bebo,
                y los charangos (charangueos)
me salen todos naturales.

La garganta que me dota
no es de vikingo
ni de Homero
ni de mariscal de campo
por eso cubro mi carencia
con seis cuerdas lloronas
y unos tragos al momento
               y sin hielo (eo, eo).

Yo troto mi guitarra
y mi guitarra triste
trota al paso
que le impone una canción
que sola se desviste.

                  Yo no sé si fuera (ea, ea)
su madera
               siempre nueva (ea, ea)
sonaría tan bien acaso
                   como lo hace hoy (paso, paso).

Al tango encanto
de altibajos
he ganado más monedas
con mis lagrimeos de cuerda sonoro
que si fuera esto un fusil
de pólvora y cañón.

¿Será entonces
                       que las guitarras todas (odas)
tienen voz
para enjaular malos amores
y la humildad para liberar
al más inquieto aprieto
de unas manos mudas
de dolor y de pasión, corazón?

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Inconexos delirios del fin del mundo

Inconexos delirios del fin del mundo

Si a media tarde viene la muerte y encontrás en la piel texturas de sangre y latido que desean tan solo besarla, digamos inocentemente (cuando el deseo es deseo de niñez incompleta), la besás y todo se vuelve caos: las luces se apagan, incluso las luces rojas en aquella esquina de bar pijo, y chocan cosas-corazones desfibrilados en un universo perdido detrás de una puerta llena de polilla.

Ojalá no mueran muchos poetas para entonces, porque sonreír con la mirada es patético, poco práctico: luces mortecinas bequerianas y una adolescencia persiguiéndola. Me fui a contar mi vida a otra parte lejos de tu vista. Lo irreal es la manera de decir sin decir-dañar-prometer-cumplir-morderse-la-lengua.

Mis padres, quiero ser incluyente, parieron cuatro veces: dos mujeres, un hombre y un monstruo mutante que irradiaba matices y ternura bajo un pelaje hosco y hostil. Es decir, los inadaptados son más de lo que se piensan, aunque dicen que para dormir hay que contar ovejas.

No importa, moriremos alguna vez, moriremos cualquier día de cualquier semana, de cualquier mes. También se puede morir de formas estúpidas, como por consecuencia de una gota de saliva. Joder, los besos…

No, no estamos en guerra, no caerán bombas, quizá acompasará la lluvia y destruya igual los techos y los pisos. No, vos no tenés hambre de la que hace visibles las figuras geométricas del cráneo, con agujeros que tienen profundidad de mar. Solo sos vos sintiendo tu ombligo con ansiedad. Hasta ahora, durante una pandemia, te das cuenta de qué va la vida, tanta pena por las blancas banderas, tanta arrogancia y tanta ceguera por no haberla olido nunca. No, no te perseguirán, aún no hacés nada lo suficientemente peligroso, como defender el agua o negarse a una imaginaria propiedad privada.

Solo queda asumir la furia y la frustración por no haber tenido una soledad sana, sin violencia, sin tanto ruido que recubre como delgado caramelo-caramelo tu fragilidad. No, no morirás con un respirador mal atracado en la garganta, y si lo hacés en el mejor de los casos, para qué cediste tu corto tiempo a lo que nunca existió, serás otra persona muerta, tan bonita, tan calladita.

Claro que me hubiera comido sus sonrisas. ¡Todas! ¡Hay dudas que ofenden! (Sentirse ofendido en este país da pena-risa-rabia. Todo corroe porque nos sentimos tan poco que queremos adherirnos más carencias para que se vea inflado el ego desnutrido).

Jonás le dijo a Jonás: «¿A quién le cuentas que me extrañas?». Y pienso en ella, en los discursos, en los circos, en los animales amaestrados, en un dios, en un arca binaria, pienso en los mitos fundacionales de nuestros recuerdos, un Borges ciego mirando el Aleph. Me pregunto si ella le podría decir a Jonás: «Muchacho, dejá de huir».

Edna O’Brien lo dice bien: «Uno no puede matar a los muertos», también dijo algo sobre los cuerpos sin cerebro que toman decisiones. Recordaba a mis niños muertos y es difícil soportar la idea de que estén muertos mientras tantos otros afirman que su respirar vale más. Edna sigue diciendo: «Murmurar, algo terriblemente perverso». Yo la apoyo, por eso le digo a la vecina que chilla: «Si su pecado es ladrar, asesine usted al perro, pero deje de contarme las costillas como si supiera de cirugías, de vidas ajenas, de cómo se cuenta un buen chisme. Usted está convencida de su tan baja calidad humana que aburre hablar sobre usted».

Los perros ladran como los niños nacen viscosos por la vagina o por el vientre en una cómoda cesárea. También lloran, se ensucian todo el tiempo, gritan y, al crecer, se convierten en desperdicio humano según el conteo de sus abandonos. ¿Es la normalidad de cada especie?

Finjamos que no nos drogamos-dormimos-idiotizamos para mancillar, pasar, resistir, soportar la soledad. Le estamos poniendo demasiada atención a nuestro ego: un engendro alimentado con leche, miedo y placer-confort.

Mucho antes de esta historia observaba a mi padre cuando se vestía. Abotonaba la camisa de abajo hacia arriba, con el orden y lo mecánico como argumentos. Luego venían las psicodélicas corbatas de los años setenta, colores divinos, femeninos, lujuriosos. Mi padre usaba mancuernillas, quizá por eso detestaba las camisas de manga larga. Después empezó a usar chalecos de militar retirado. De anciano lo confundían con algún viejo general a quien le abrían la puerta. ¿Será lo mismo ver a un anciano y pensar en un asesino?

Pienso en mi padre, blanco o rosado camarón, con sentido del humor de chispa respetuosa e inteligente. Sabía usar la voz y las palabras, milimétricamente moduladas, y la sonrisa o carcajada, usables ambas, que se oían a maravilla (menos la de un 28 de enero, cuando era de hiena siniestra, cuando el odio carcajeó un entierro, cuando estuvo convencido de que su dios deseó matar y mató, según él, el no-hombre de ese instante, según su insignificante ignorancia). Hoy la carcajada, que recobró un poco de la magia evaporada, está cansada, permanece dormida y entre las manos, el control de la TV.

Nosotros que no aprendimos a estar solos, ¿cómo recuperamos el amor? ¿De qué amor hablamos? ¿Del sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser? Impresionantes ovejas. Nuestra queja es honesta cuando nos duele. El dolor se maquilla, pero no se esconde. A veces se disfraza, y vaya esperpentos que se atreven a erigirse en líderes con amor.

«Instrucciones para matar a un vecino incómodo». No, no podés escribir eso, es como aceptar que este mínimo encierro nos está volviendo locos. Solo habían pasado seis días y ya era abrumadora la prisa por convertirnos en asesinos en serie. Había sonrisas hipócritas y violencias más cercanas. Es necesario volver a las ideas que tranquilizan-adormecen-mecen realidades en las que la soledad da vueltas de tuerca tan fuertes que paralizan el sentir. Nos palpamos las venas y el luego el espejo, con nuestros labios, nos dice: «No sos nadie».

En un futuro más que improbable (¿cómo deben ser los futuros?) mi hijo se llamaría Joaquín. Crecería como cualquier niño en este país. Con sus traumas de abandono, miedo heredado e insistencia enferma con cuadros de complejidad variable. Y se suicidaría a los veinticinco años, después de varias crisis de inmensidad, con tan poca capacidad de expresarse con palabras o acciones.

Mi hija se llamaría Erín, nombre que su madre eligió porque algo celta le recorría la sangre (quizá como la O’brien), la añoranza de un lugar lejano, la melancolía por días grises. Ella, Erín, la primera, no nacería. A su madre le arrancaron la matriz. La metástasis se activó por malas prácticas médicas llenas de supersticiones sobre los cuerpos de las mujeres y apegos perversos de familia. Creo que comprendo por qué mi padre nos repetía cuando éramos niños: «la familia embrutece, envilece y empobrece».

Después de una tras otra de relaciones fallidas, ¿somos expertos en sexo? Lo escribe aquí alguien que no ha practicado en varios meses, quien se está limitando-conteniendo-usando un Scheuklappe (me parecía tan inverosímil la palabra «tapaojos») por desear un cuerpo de venticuatro años. Un cuerpo, no una persona. ¿Después de tanta relación fallida somos tan básicos? Es absurda la postura de cualquiera un sábado a la una de la tarde con un calor sofocante en un país del trópico. Y nos damos aires de grandeza por menospreciar el sudor.

Estoy ignorando los deseos que palpitan desde los huesos como martillo de albañil. Lo hago conscientemente, aunque la semana antes del confinamiento quise abrazarla por la espalda, rodearle la cintura. Estaba tan cerca de mí mientras hablaba con alguien más. En mi control obsesivo de recordar cosas insignificantes, puede que haya imaginado más de dos momentos en los que el mundo se desvaneció en sus hoyuelos, en que mi mirada se concentró en su nerviosismo y desidia. Cómo noté el color de sus ojos, que su boca es pequeña y su voz grave. Luego viene el recuerdo abrupto de un «no». La negación sucedió durante tres estúpidos sueños, el subconsciente te ahorra situaciones ridículas. En los tres sueños era obvio que quería besarla. En el último sueño ella dice: «No te equivoqués». Tan claro y tan decepcionante. Luego despertar, siempre hay que despertar cuando las realidades ya no son probables ni placenteras ni tienen gatos amarillos.

A mis treinta y siete años, el deseo debe volverse más real y tangible. Los supuestos entorpecerían nuestra ficción de paz. Quizá todo se trate de tenerle aversión a las palabras cuando tienen connotaciones poco atractivas o inconvenientes, no gratas para nuestro fino oído hipócrita. Las palabras lastiman, dejan surcos nuevos en las manos, en las líneas periféricas de la corteza cerebral, pueden cortar cicatrices. Quizá solo tenga el problema de perseguir a la heterosexualidad. Desear lo imposible también crea entornos-confort a la medida.

Aviso: «No entrés en ningún espacio real o simbólico sin haber identificado la salida». El aviso lo vi dos años después. El tiempo no es lineal, ese ni siquiera es mito fundacional, ¡debería ser sentido común!

El monólogo-reclamo siguiente fue pensado en inglés. Balbuceantemente en un idioma parco he dicho lo que me ha dolido. Decirlo en mi idioma materno destruiría la esperanza. Hay que identificar las salidas… nótese en la versión en español el uso de la segunda persona en singular. ¿El voseo es más íntimo?


-You do it for me? Is that what you are doing? Is that why I'm feeling it? Do you do it for me? Mmm… I doubt… No, no… you do it for yourself. Because of you and because of the guilt. For guilt to be relieved after two years. You intercede for me at this time. You are fair. You are also imperfect and you like ice cream on rainy days, but you are fair. I do know it.

-¿Lo haces por mí? ¿Es eso lo que estás haciendo? ¿Es por eso que lo estoy sintiendo? ¿Lo haces por mí? Mmm…. Dudo… No, no… lo haces por ti. Por ti y por la culpa. Para que la culpa tenga alivio después de dos años. Intercedes por mí en este momento. Eres justa. También eres imperfecta y te gustan los helados en días de lluvia, pero eres justa.  Eso sí lo sé.

En este mundo normal las mujeres pueden convertirse fácilmente en madres de sus parejas hombres, mujeres o seres-pez antes que ser sus amigas. La amistad requiere de acuerdos serios como decirse potajes olorosos a los ojos sin parpadear. Por otro lado, el incesto está normalizado (véase «normal») y es real, y los imaginarios lo perpetúan en adultos rotos. 

La pandemia nos ha llenado el cuerpo con lana. Somos ovejas que gritan que quieren tener una vida normal. ¿Te podés imaginar la vida normal de las ovejas, incluso de las negras? Joder. Añorar la n-o-r-m-a-l-i-d-a-d. ¿Podés imaginar al conejo blanco consultando el reloj?

El mundo acabará en algún momento y siempre a destiempo. Como se mancillan los nombres de los dioses. He de decir que creo en el dios Tiempo. ¿Podemos imaginar a un dios llamado Tiempo que usa lentes de fondo de botella y botitas fuscia? ¿Sería calvo o idéntico a vos? ¿O nos han arrebatado la creatividad?

Ya sabemos del caos de la normalidad, de las rancias herencias familiares y de cuartetos poliamorosos peores que la monogamia. Sanar el caos necesita fe, he allí el dios Tiempo… ¿Podremos darnos un beso antes de que acabe el mundo? Y no se lo pregunto al cuerpo veinteañero, sino a ella, la justa de cuarenta y siete.

Noe Vásquez Reyna

(Ciudad de Guatemala, 1983)

Sobre todas las cosas es lector@. Se licenció en literatura y se ha especializado en comunicación. Ha publicado dos libros de relatos, una novela corta para adolescentes y un poemario digital. Ensayos literarios, artículos periodísticos, columnas de opinión y trabajos de ficción y no ficción han sido publicados en antologías y revistas de Guatemala, El Salvador, Alemania y Noruega. Actualmente es columnista y subdirectora de la revista digital centroamericana de cultura y opinión Casi literal, y trabaja en gestión cultural en Casa Cervantes. Es cofundadora del colectivo LGTBIQ Promiscuos ConCiencia, que organiza charlas colectivas sobre temas en torno a los vínculos y relaciones humanas.

martes, 1 de septiembre de 2020

Negrísimas hojas (segunda parte)

 Hoy  queremos compartir con todos ustedes la segunda presentación de los textos de Candi Ventura. 



XX

Después de ducharme
a veces me siento en la cama.
Inconforme
Insatisfecha.
Con todos los nudos en la cabeza.
Con todos los desastres por delante.
La tristeza es tan grande
que opto por ver hacia la ventana.
Podría ver hacia el mueble del enfrente
incluso es más fácil
pero no
Veo hacia la ventana que está al lado
izquierdo.
Mientras más grande la tristeza
más grande debe ser la ventana
quizá sea porque lo que busco
está tremendamente lejos.


Depuración

Las ojeras del cansancio se hacen
grandes y negras.
 
El abrazo de la vida
me estruja hasta darme espasmos
que sacuden las paredes
llenas de muebles viejos que he negado
a sacar de mi interior
desde hace algunos años.

Los muevo, los acaricio
están desarmados, desgastados
llenos de gusanos y de olores extraños.

Me miran desde el techo y se ríen de mí.
Lo que nadie sabe,
es que son mis órganos
palpitantes y cojos.

Los muebles de mi cuerpo
algún día explotarán dentro de mí
como una bomba que mata inocentes
con la excusa de la libertad. 

Músculo

Dentro de mi corazón tengo un músculo en
donde corren ríos de sangre
un músculo que palpita junto a mis
desaciertos
me conecta a la tierra y me hace aullar
en luna llena.

Dentro de mí tengo a millones de
mujeres muertas
muertas por indiferencia
muertas por brujas
muertas por acurrucarse entre las
dudas
muertas con ojos vivos.

Del ombligo me sale flores que nacen
en mi útero
en mi útero se gestan los días tibios
en mi útero pueden descansar los millones
de muertas
en mi útero descansa este inquieto
corazón…
músculo a músculo
miedo a miedo
en un perenne palpitar
de animal salvaje.



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