miércoles, 21 de octubre de 2020

Poesía (segunda parte)

El día de hoy les presentamos los últimos, por el momento, tres poemas de la escritora María René. 




MADRE LUNA

Madre Luna,
gloria de mis días
testigo de mis momentos
brilla en lo alto del infinito
enmarca con tu luz mi firmamento.

Alma de fuego,
con corona de niebla gris
hoy enciendes mi cielo
pintando mis recuerdos en tu ser.

Madre Luna,
gloria de mis noches,
alimento de mis sueños,
generadora de mis más locos ideales.

Llena de tu luz mis nostalgias,
apacigua el calor de mis mares,
encadena mis penas al vacío,
ayuda a mi vida a tomar un rumbo fijo.

Bendice mis pasos,
Madre hermosa de nívea tez,
cubre con tu manto mis ojos,
mis manos y mi voz,
que si el llanto surge sea de amor,
que si oscurece no sea por temor,
que los horizontes cambiantes
auguren tus riquezas en mi alma.

Madre Luna,
encomiendo mi vida entera a ti,
que sea tu voz mi voz,
tu vista mi guía y tu morada la mía.

Que la sangre que hoy derramas
ahogue mis angustias
y lave mi cobarde andar,
que se enciendan mis venas con tu fuego
y que si un nuevo porvenir surge
glorifiques mis pensamientos con sabiduría.

Infinitas gracias, Madre Luna,
por tu eterna compañía y virtud...





POR UN HECHIZO DE AMOR


Y seguiré aquí,
como quien no quiere, al tanto,
de tu mirada profunda
y sonrisa de medio lado,
uno a uno tus besos voy guardando,
así despacito,
en silencio... esperando...
ese día que te descuides
y te olvides de cerrar con llave.

Estaré al tanto
del día que dejes tu corazón al descuido,
como quien no quiere,
medio abandonado,
para entrar de puntillas,
sin hacer ruido,
en voz baja...
y al encontrarte descuidado,
indefenso,
enredare mis labios a los tuyos,
hechizándolos...


Y te juro, amor mío,
por la Luna Madre que nos ve,
que no sentirás calor más puro
que el que te he de ofrecer,
tu cielo dejará de ser frío, vano,
lo puedes creer...
que después de esa noche
le rogarás al cielo el volverme a ver...




Only Between You and Me, our All Hollow´s Eve

A few more hours and we´ll be there,
right in the threshold of the living and the dead,
I´ve waited the whole year for this night to come around
to behold the beauty of your ethereal sight and sound.


The night of the Samhain opens the gate
of the invisible, the untouchable, the unseen,
for me to hold your hand and feel you touch
until the daylight comes, ending the dream.

My darling, my love,
was your soul my resting place
how much have I missed the warmth of your embrace
how much have I cried for your return to my life.

The night of the Samhain will hold the secret
of this forbidden encounter between heaven and hell,
your heaven of eternal grace
my hell of perpetual despair,
between you and me,
our own All Hollow´s Eve.




martes, 13 de octubre de 2020

Poesía

Es gusto continuar publicando los textos de María René y el día de hoy vamos a compartir con ustedes tres poemas de su autoría. Esperamos los disfruten. 


VIDA

Vida ¿Qué te has creído?
¿qué puedes jugar con mi conciencia
a diestra y siniestra, a tu puro y excelso antojo
dejándome vacía el alma y sangrando el corazón?

¿A dónde quieres que llegue,
bajo la presión de este calor fulminante
si no te detienes ni siquiera para verme llorar,
ni siquiera para verme ahogar en esta arena amarga?

¡Ah Vida! En tu andar de sinfonía
se te ha olvidado la tonada que compusimos
cuando de noche compartíamos estrellas de fuego y hielo,
olvidaste mi fortuna entre tus dedos de hierro.

Daté cuenta, Vida, que aprendí a caminar entre sombras,
valiéndome madre tus desprecios y eufemismos,
dependiendo únicamente de la visión de mis dedos,
para encontrar la luz de mi oscuridad.

Dame una razón, Vida,
para seguir en este camino sin rumbo,
para creer en la gloria al final del túnel,
para seguir provocando a que tus brazos
se conjuguen con los míos.

Llévame a lo profundo de su mirada, Vida,
arrástrame despacio entre sus manos de luchador,
deja en mi piel la cicatriz de aquella noche
en que me perdí entre sus lunares,
para nunca más volver.

Déjame llegar al fondo del abismo...
déjame llegar a él.



PLEGARIA 

Te estaré esperando en el umbral de fuego,
ante la mirada protectora de Madre Luna.
Que el cielo se estremezca
al escuchar en el latir de mi pecho tu nombre,
aún te pido, aún te recuerdo
y nunca vagar en la Tierra de Olvido.

Se unen las luciérnagas de primavera
a mi clamor solitario,
mi vida entera para ti
y por un minuto más de tu presencia
sin importar el calor inclemente
que congela mis sentidos,
por una noche más a su lado,
por un instante más entre sus brazos.

Madre Hermosa,
escucha mis plegarias.
Permite a esta alma en pena
besar tus níveas manos
en son de humildad y lealtad absoluta.

Absuelve mis pecados con tu luz
y permite a mis ojos contemplarlo una vez más.
Esta noche en que tu claridad se enardece
con esa fuerza carmesí,
abre para mí el umbral de fuego que te envuelve
y tráelo a mis brazos.

Conmuévete por favor,
que mi desesperación dulcifique tu rostro
y permita a esta tu hija convivir con su espíritu
un rato más,
compensando el tiempo
que nos robó la Hermana Muerte.

Esta noche me encuentro a tus pies,
Madre de Plata y Rubí,
a tu merced, de rodillas,
concédeme un instante más
en la curva de sus pestañas,
un beso, una caricia...

La eternidad de tu luz a su lado...
Y me quedé viendo la luna a los ojos,
le pregunté por ti
por las muchas historias
que andarás aprendiendo en el más allá...

Y en sus ojos,
vi tu mirada curiosa e inquieta como siempre,
esa mirada de miel y plata.

La luna me dejó ver tu paz,
tus vuelos, tus amaneceres,
allá donde el sol deja de ser estrella
y se convierte en el dios abuelo,
me dejó ver tu estela traviesa
calentando inviernos y enfriando primaveras.

Quien lo diría...
un Diablillo haciendo picardías en el paraíso...

De no conocerte como te conozco
no lo hubiese creído,
pero al mismo cielo pongo de testigo
que no hubo, hay ni habrá
un diablito más angelical
como el que tú has sido.

A la luna tiré un beso,
encomendándole te lo diera
con ese beso va mi alma entera,
llena de tus recuerdos,
tu risa y tu voz.

Se quedó la madre luna en lo alto
cuidando el camino de los perdidos y encontrados
yo me quedo abajo suspirando
por tus abrazos de oso,
tus ocurrencias de filósofo,
y por lo que nos hizo falta vivir.

Por lo que fuiste y siempre serás para mí,
la fuerza de mi existir...





LEYENDA

Cuenta el viento
Que no hace mucho tiempo existió
Un hombre de gallardía inigualable,
Valeroso, generoso, sabio y audaz.

Cuentan las hojas de los árboles
Que vivió con gracia y plenitud
Reinando con corazón de oro
Brillando con una eterna luz.

Cuenta el sol,
Que amaba a los suyos más que a nada
Y nunca dejó pendientes a realizar
Su trabajo fue arduo y apasionante.

Cuenta la luna,
Que en las noches se refugiaba en su amor
Y su hogar era el reflejo de la paz misma
Llenando el calendario de instantes inolvidables.

Guerrero de luz y fuego,
Alma de sueños y fuerza,
Gloria de vivos y leyendas,
Y mi más grande amor.

Cuenta el cielo,
Que sus manos de artista colorean las nubes
Ahora que cabalga en el horizonte

Cuenta el infinito,
Que monta guardia en el cielo
Siempre cuidando a los suyos
Floreciendo rosas en el jardín de su amor.

 


jueves, 8 de octubre de 2020

Paga al salir (segunda parte)

La idea la atormentó por varios días, al punto de darle insomnio, desafortunadamente a este punto, esa era la única solución viable para Lorena.  Regresó un día con ese abogado, y con toda la desfachatez del caso, le habló claro y pelado, igual, ya daba por perdido todo, si lograba el juicio no tenía esperanzas de nada.  Con las manos vacías y el corazón en la mano, le relató al abogado una a una sus penas e incertidumbres, los años de abusos y tantas cosas más. 

Sin decir una palabra, el licenciado se levantó y se aseguró que la puerta estuviera con llave, llamó a su secretaria para que no lo molestaran, que estaría en una reunión importante y confidencial.  La miró a los ojos y tomó un trozo de papel en donde apuntó un nombre y un número telefónico. 

Ella tomó el papel con más miedo que vergüenza y supo inmediatamente de qué se trataba.  El abogado le explicó, había conocido a este individuo hacía ya un tiempo, había sido parte de las fuerzas armadas en la época de la guerra interna y se las sabía de todas todas.  Al finalizar la guerra y con los Acuerdos de Paz, muchos de ellos se vieron desempleados y con serios problemas que los hizo presa fácil de gente mal habida.  Con el tiempo, el antes soldado, ahora se dedicaba al sicariato.  No era barato, pero sí muy discreto y de fiar… si es que ese término se puede aplicar en el bajo mundo.  Ella le confirmó que el dinero no era problema, ella vería que ambos fueran recompensados como es debido.  Acordaron que el asunto se coordinaría entre el licenciado y el sicario únicamente, ella no necesitaba los detalles, solo quería que sucediera.

Esa mañana, su marido amaneció particularmente cariñoso, hicieron el amor como hacía años no lo hacían, desayunaron tranquilamente y él se fue rumbo al trabajo.  Se quejó de algo acerca del pago de planilla de la finca, recibió una llamada en donde le contaron que al caporal le había dado dengue o algo así y tenía que llevar él mismo el dinero, no se quería arriesgar de dejarle la tarea a cualquiera de la finca.  Dejó el vaso vacío sobre la mesa, se despidió de ella y los niños, y antes de salir le preguntó: “Todo bien, ¿verdad?”.  Ella sin pronunciar palabra, solo asintió y algo dentro le hizo pensar que esa sería la última vez que lo vería.

A eso de las tres de la tarde estalló el caos.  Sonó el teléfono y al otro lado su suegro histérico le contaba: “Lore,, mija, ay no… que pena, balearon al chiqui, parece que fue para robarle la plata de la planilla porque se llevaron todo, el maletín con el dinero, su computadora, el celular, las chequeras, todo.. va camino al hospital, váyase para allá, yo ya casi llego… va muy mal mija…”.  No pudo ni hablar.  Colgó el aparato y le habló a la niñera lejos de los niños, su marido había tenido un accidente y tenía que salir a ver qué sucedió. 

Al llegar, todo fue demasiado rápido, médicos y enfermeras de un lado a otro, sus suegros tomados de la mano lloraban y rezaban y cuando la vieron alguien le puso un vaso con té en la mano mientras le hablaban, pero ella no entendía nada de lo que le decían.  Tres horas después, y tras una larga lucha por contener la hemorragia, el médico salió a dar la mala noticia: múltiples impactos de bala de alto calibre rompieron con todo lo que encontraron a su paso y fue imposible salvarlo. 

Cayó sentada en el sofá de la sala de espera, no creyendo que fuera tanta su suerte.  “está en shock, pobrecita…”, escuchaba a los lejos, pero su estado era por algo muy distinto a lo que se imaginaba la familia.  La tarde anterior, el abogado le había llamado, le comentó que prepararían el atentado para dentro de una semana más o menos, por si alguien averiguaba de sus planes de divorció, así evitarían conjeturas… ¿Sería posible que esto no tuviera nada que ver con sus planes?”.

Debido a la situación no tuvo tiempo de confirmar con el abogado sus dudas, tampoco lo creyó prudente, la policía andaba como loca buscando a los responsables, sería mejor esperar.  Estando en el funeral siguió su teatro del “shock” y no habló con nadie.  Una larga fila de personas le esperaba para darle el pésame, recordándole lo maravilloso que era el Chiqui, así que prefirió la idea de seguir fingiendo la tristeza para evadir todo el circo. 

No reparó en ninguno de los presentes hasta que escuchó una voz familiar que le susurró al oído: “como que se nos adelantaron, señora.  Llámeme en cuanto se pase este relajo y la dejen respirar”.  El abogado continuó dando el pésame a los demás deudos y fue así como Lorena confirmó sus sospechas, su alma estaba libre de toda culpa, alguien más lo asesinó.  Más tarde en el cementerio, el ataúd se perdería en las entrañas de la tierra, y con él, todas las angustias, dolor y sufrimiento de Lorena, atrás quedaron las cadenas, con cada rezo, cada Ave María, sus alas crecían…

Regresó a su casa exhausta, sobre la mesita de la cocina encontró los periódicos de los últimos días, se asombró al leer uno de los encabezados: “Apresan a presuntos responsables en asalto a Ingeniero” … continuó su lectura, “les incautan los objetos personales del difunto y parte del dinero robado, como pruebas fehacientes del crimen”.  Entre los detalles más relevantes decía que los capturados habían sido empleados de la finca, el jefe de la banda era el caporal, quien supuestamente se había reportado enfermo el día del atentado.  Los otros tres hombres, dos de ellos habían tenido problemas personales con el ingeniero, lío de faldas al parecer, algo sobre una pariente de uno de ellos que decía haber sido violada por el patrón.

“Bendito Karma”, pensó ella.  Los siguientes días fueron un martirio, abogados, papeles que firmar, citas, seguros, cuentas, proveedores, etc.  Algo de nunca acabar.  Habló con la familia, les dijo que se sentía insegura en la ciudad y que quería llevarse a sus niños al extranjero, unos dos o tres años, para sufrir su luto en paz.  Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron los arreglos de las visas, boletos, colegios, en fin, todo lo necesario para que los tres se fueran lo antes posible.  Pero ella tenía un pendiente que debía resolver antes de partir.

El vehículo cruzó ceremoniosamente el portón de hierro fundido y los jardines llenos de flores del cementerio en donde su “adorado esposo” yacía en su eterno descanso, llegó a la tumba y la miró detenidamente en silencio.  Disimuladamente, se paró sobre la lápida, se aseguró que nadie más estuviera cerca y orinó sobre ella.  Por vulgar y corriente que la situación fuera, el tipo lo ameritaba después de tantos años de vergüenzas y dolor.  Se quitó los anillos de matrimonio y los dejó caer sobre la tumba mojada.  Sonrió, sintiéndose liberada de todo el peso que llevó a cuestas durante su “perfecto” matrimonio.

“Vas a necesitarlos para pagarle a Caronte o bien sea darle mordida a los demonios que te chinguen en el infierno, cariño.  Los vas a necesitar”.  Caminó un rato por los jardines del camposanto, aspirando el aroma de las flores y admirando la arquitectura de alguno de los mausoleos.  Hasta ahí llegaba su vida de tormentos y desatinos, a partir de esa fatídica tarde, ella había dejado su infelicidad dentro del ataúd de roble y enterró todo junto a adorado Chiqui.

De ahora en adelante, ella gobernaría su vida…

martes, 6 de octubre de 2020

Paga al salir

Un fraternal saludo a todas las personas que dedican un espacio de su tiempo para leer las publicaciones que compartimos con ustedes. 

Hoy queremos compartir con ustedes la primera parte del cuento Paga al salir  de la escritora María Renée López Bulask, ella es estudiante de la carrera de Letras en la Universidad de San Carlos y secretaria Bilingüe de profesión. Publicó su primer texto a los siete años en la revista Chicos y ganó el primer lugar en el concurso de poesía del Colegio Interamericano. 

Esperamos disfruten de esta lectura. 


PAGA AL SALIR

La tarde al fin se refrescaba después de un inusual calor de medio día. Era mediados de diciembre y comúnmente predominaba el frío.  Lorena acababa de ir a dejar a sus hijos a la casa de su mamá —Así terminaba de dar las últimas vueltas antes del viaje, si no se aburren—.

Hacía unos meses que cargaba el título de viuda en la frente y los trámites del testamento, las propiedades y los seguros se habían vuelto eternos y encajosos.  ¡Ni siquiera muerto dejaba de joder!  Pero ya pronto se alejaría de todo el barullo.

Vestía un discreto vestido negro, muy elegante y de marca fina por supuesto, el condenado apellido de casada que llevaba a cuestas significaba estar en combinación perfecta con las joyas autos, ropa, zapatos y el estatus.  Que ni se le ocurriera siquiera pasar frente a una venta de segunda mano y detenerse en la vitrina.

El semáforo marcó rojo y mientras esperaba el verde, se detuvo a observar el suntuoso anillo de compromiso y la argolla que competía en brillo con el sol, mudos testigos que le seguían recordando el martirio por el que había pasado los últimos años.

Lo conoció al poco tiempo de graduarse del colegio y era el ideal de toda jovencita adolescente: alto, guapo, de familia adinerada, carro del año y billetera sin fondo, y como la guinda del pastel, romántico, atento y extremadamente caballeroso.  Casi 10 años después de esa noche en que la deslumbró, Lorena terminó de comprender que esa ceguera juvenil fue la que determinó su fatal destino.

Tuvieron un noviazgo como cualquier otro, con altibajos... más bajas que altas, pero ella siempre justificó su suerte con la típica excusa “todas las parejas tienen sus problemas, es normal, tanto es el cariño y el amor que tiene miedo de perderme, por eso me cela, por eso necesita que estemos juntos todo el tiempo. Seguro es normal… normal…”  cuantas veces trató ella de convencerse de esa normalidad que al final terminó perdiendo la noción de realidad y farsa.  Eventualmente sucedió, se casaron por todo lo alto, el apellido del patojo lo ameritaba.  El vestido de diseñador mandado a hacer al extranjero, al igual que los zapatos.  Todas las damas vestidas igual, pastel de seis pisos y buffet abierto para más de 300 almas.  Luna de miel en Europa (y lo que sucedió en Europa allá quedará encerrado en la lujosa habitación del hotel) y al regresar, una casona nueva, totalmente equipada con sirvientas, jardinero y chofer, en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, carros de lujo y tarjeta de crédito dorada.

“Para qué vas a trabajar, si necesidad no vas a tener”, le dijo su flamante esposo y el tema fue el causante de una de las primeras peleas de la pareja ya como marido y mujer.  Como era de esperarse, al poco tiempo Lorena estaba esperando a su primer hijo y sus días se vieron llenos de compras, arreglos para el parto, baby showers y los mejores médicos para ella y el bebé.  Nació el primogénito, un hermoso varoncito, rubio, sonrosado y risueño, al cual Lorena se aferró como tabla de salvación, esperando y deseando con todas sus fuerzas que las cosas finalmente cambiarían su rumbo, aunque no le garantizara felicidad eterna, al menos un poco de paz.

Para cuando llegó el segundo muchachito, ella estaba al borde de la locura.  Aquel joven hermoso y atento del que se enamoró se había convertido, con el paso de los años, en la personificación de todos sus miedos, al punto de volverse su día a día totalmente insoportable.  Los golpes y moretes nunca fueron en el rostro o en un lugar visible, “la gente es capaz de inventar cada estupidez y mal pensarlo todo, ellos no saben nada que todo esto es por nuestro bien”, le dijo una vez. 

El romanticismo y la delicadeza era cosa del recuerdo, sus elogios y piropos pasaron a ser insultos y humillaciones: “Cómo sos de inútil y así querías trabajar, sin siquiera controla al servicio podés, no sabes hacer nada”.  Sus hijos eran su único consuelo, ya que bendito sea el cielo, su flamante marido era de pensar que la crianza era oficio de mujeres y nunca se metió con la educación en el hogar de los niños.  Ella logró con mucho esfuerzo, aislarlos de todo el problema y ambos niños creían en ella ciegamente, su padre era solamente una figura más en su casa.

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El semáforo cambió a verde y ella se limpió las lágrimas del rostro.  Aceleró un poco, para llegar más rápido a su destino y salir de eso ya.  Hizo un recuento mental de todo lo que tenía que hacer y lo que ya estaba. Ya tenía los pasaportes, boletos y cheques de viajero.  Había pasado al banco por efectivo, uno nunca sabe, y al salir del banco no pudo evitar detenerse frente a la vitrina de una tienda de ropa de segunda mano.  Se enamoró de un vestido primaveral con el 50% de descuento que estaba puesto en el maniquí.  Entró, lo pidió, pagó en efectivo y regresó al auto con el corazón a mil por hora. 

Tenía esa sensación en el alma como si hubiese hecho una travesura, pues obviamente, en el mundo en el que acostumbraba a vivir, este era un acto descabellado y totalmente innecesario. Pero para ella era el símbolo de su nueva vida, ese cambio tan anhelado que a su espíritu urgía. 

Continuó su camino y en unos minutos divisó el pesado portón de hierro.  Como siempre admiró los rosales de la entrada, estacionó el auto y se bajó tranquilamente, respiró el aroma a grama recién cortada y comenzó a caminar.  La última vez que había estado en ese lugar había sido casi un año atrás, en el entierro de su esposo. 

Después de un pedante velorio, atascado de gente estirada e hipócrita, esta era su morada final, estaría junto a sus dos abuelos y un tío, obviamente en el área de más alcurnia del cementerio.  “Tan joven y bueno que era,” le oyó a decir una viejita que lloraba sonoramente.  “Qué pena que los niños crezcan sin su padre”, murmuraba otra mujer.  “¡¡¡Maldita delincuencia!!!”, gritaba desconsolada la madre del difunto, que olvidándose de la elegancia del apellido lloraba a mares a su nene.  Lorena fingió todo el tiempo estar en shock, de igual forma, fingir había sido el pan de cada día, así que le era tan natural hacerlo.

Había querido divorciarse unos tres meses antes de la muerte de su marido.  Sin decirle a nadie comenzó los trámites, buscó un abogado y le plateó el asunto.  El abogado, un señor serio, de mirada dura pero franca, le preguntó curioso “¿Contra quién es la demanda?”.  En cuanto ella mencionó del nombre del esposo, el abogado abrió mucho los ojos, colocó las manos sobre el escritorio y movió la cabeza negativamente.  “¡Ay no señora! Eso no va a salir, nos van a masacrar en el juicio, esto jamás se va a poder arreglar con un cruce de papeles.  La va a dejar en la calle, le van a quitar a los niños, la van a desprestigiar en todo.  Contra esa familia no se puede, tienen comprado a medio sistema judicial y la otra mitad… bueno, algunos les tienen miedo, otros sabemos nuestro lugar”. 

Seis abogados más le dijeron lo mismo… “¿Dónde diablos están los abogados mañosos y corruptos cuando se necesitan?”, pensó angustiada.  Al fin se había decidido, al fin había tomado valor para salir de esa tortura de matrimonio, pero seguro que esos abogados tranzas estarías del lado de su familia política lo muy menos.  El último con el que habló le hizo un comentario en broma: “Sólo muerto digo yo, que sería capaz de librarse de alguien como él, las leyes acá no ayudan en estos casos”.


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Luis Cardoza y Aragón

Nació en la ciudad de Antigua Guatemala el 21 de junio de 1901. Fue poeta, diplomático y uno de los intelectuales más importantes d...