La Liseuse -
Jean-Honoré Fragonard
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Esta
semana hay celebraciones en varios lugares, librerías y centros culturales por
el Día Internacional del Libro, que se celebra cada 23 de abril. Tener
pretextos para hablar de libros o acercase a ellos para acariciarlos, como
objeto seductor o sádico, siempre es conmovedor e incluso peligroso.
Peligroso porque así como hay lecturas que entretienen, hay otras que perturban nuestra manera de ver el mundo. De esos vale la pena hacer listas, compartir experiencias de lecturas e incluso dejarle la espinita a alguien para que le dé hojeadas y ojeadas.
Eso
de recomendar libros lo considero algo intrusivo. Acercarse a un título o a un
autor debe ser también un ejercicio de libertad. Ya sean libros de autoayuda o
de ciencia ficción es una decisión personal y de gustos, y es obvio que todos
somos distintos y tenemos diferentes intereses. Así que me aparto de aquellas
notas o artículos que se titulan “Estos son los libros que tienes que leer
antes de los 25”.
También
me aparto de quienes dicen que un niño de cualquier edad no puede leer tal
libro, porque la temática es adulta o inadecuada. Estoy segura de que muchas de
esas temáticas inadecuadas me ayudaron a ser lo que ahora soy. Por otro lado,
me perturba un poco que los “adultos” piensen que lo niños son incapaces de
formarse criterios propios y que les anulen su curiosidad por no querer
contestar sus dudas. Si les preguntamos a algunos lectores empedernidos, más de
uno responderá que los libros le salvaron la vida, sobre todo en la
adolescencia, cuando la vida parece algo muy extraño.
Hablar
de libros es un pretexto para abarcar muchas cosas, como leer es un pretexto
para detenernos, para respirar, para escapar, para coincidir con otros seres
humanos que sienten lo mismo que nosotros aunque sean de otro país y hablen
otro idioma. Leer también es un buen pretexto para dejar en el bote de basura
cualquier tipo de ignorancia. Quizá leer no nos haga más sabios, pero daremos
un paso para no ser tan negligentes y quedarnos encerrados en burbujas.
Leer
también sería un pretexto para recuperar la memoria histórica y entender el
presente social. Hay libros que se adaptan a todos esos pretextos. Hay de todos
los tamaños y gustos. Así que si esta semana, nos nace la rara idea de
acercarnos a los libros, es posible que hasta encontremos algunos libros
liberados en las calles de Guatemala. Tómelo, léalo y déjelo en otro sitio para
que la lectura llegue a más vidas, el conocimiento y el placer es algo que debe
compartirse. Hoy dejaré uno de mis libros favoritos por ahí, quizá se convierta
en el favorito de alguien más.
Por
Diana Vásquez Reyna
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