La leyenda
de La Carreta del Piloto Fantasma
nació en los barrios más antiguos de la capital, algunos dicen que se aparece
solamente los viernes de cuaresma y otros juran que la han visto en otras
ocasiones. Cuentan que es un carretón que se le ve aparecer los días viernes ya
a altas horas de la noche, que las ruedas que lo llevan van echando chispas, y
que es conducido por un fantasma y jalado por una mula de color negro.
El personaje
que lo conduce, cuentan las personas, fue un bolo que trabajó como recolector
de basura y que cometió muchos actos deplorables. Dicen que terminó haciendo un
pacto con el diablo para no pasar la eternidad en el infierno.
Relatan los
que recuerdan la leyenda que el trato consiste en qué para que su alma no pase
la eternidad en el infierno, deberá asustar, hasta el fin de los tiempos, a
todos aquellos que deambulan por las calles ya con unas copas de más.
Debido a la
antigüedad de la leyenda el nombre del piloto fue olvidado. Esperamos esta
versión que les presentamos sea de su gusto.
Los hechos
que a continuación les relataré llegaron a mis oídos por boca de un vecino al
que le gustaba contarnos leyendas de antaño. El nombre del vecino era don Camilo,
que ya era un anciano en el tiempo que nos contó a Wilfredo y a mí esta
historia.
Esa noche en
particular fue el primer viernes de cuaresma y como era costumbre, luego de
regresar de la escuela, mi amigo y yo visitábamos a don Camilo. Era evidente
que para él era un gusto recibirnos en su casa, ya que su esposa había fallecido
unos años atrás y nunca tuvieron familia.
El relato
inició como muchas otras veces con la típica frase: lo que les contaré lo cuento como me lo contaron. Cuentan las
personas que vivían por el barrio de la Recolección, que por esas calles
trabajó un recolector de basura de nombre Rolando, siempre iba en su carreta la
cual jalaba una mula de color negro. Dicen que pasaba ofreciendo sacar la
basura, pero como era tan mal intencionado lo único que quería era vigilar la
hora que las personas dejaban su casa para entrar a robar, otras personas dicen
que por un trago hasta podía matar a una persona y llevarla a tirar al basurero
en su carreta.
Durante
muchos años fue el dolor de cabeza de todos los que vivían por ese sector, ya
que si alguna persona dejaba sola su casa lo más seguro era que la encontrara
vacía al regresar. Pero aunque todos sabían la calaña de persona que Rolando
era, nunca las autoridades le pudieron comprobar lo que de él se decía.
También
durante todos esos años su adicción aumentó, se le podía ver ya durmiendo
dentro de su carreta y hasta pasar días sin parar de beber. Poco a poco se veía
que la vida se le iba escapando de las manos y el temor de que la muerte lo
alcanzara se veía en sus ojos.
Dicen que en
su desesperación lo vieron entrar en la casa de una mujer llamada Elvira, de
quien se decía era una bruja. Cuentan que la mujer le dio como única solución
que hiciera un pacto con el diablo, ya que no existía ninguna pócima o embrujo
que lo salvara de lo que corroía su cuerpo. Rolando no tuvo más remedio que
invocar al diablo, nadie sabe cómo fue el proceso para invocarlo, pero lo que
si explican es que éste se le apareció dentro de su carreta. Rolando le rogó
por su vida y que haría lo que fuera para no morir.
El diablo
como siempre se aprovechó de la desgracia de otros para salir ganando, le
explicó a Rolando que la única forma de no morir y escapar de una eternidad en
el infierno pagando por sus pecados era pasarla como un alma en pena. A lo que
con temor, pero sin escapatoria Rolando accedió.
Desde ese
día dicen que todos los viernes de cuaresma se ve a Rolando manejando su
carreta, la cual va echando chispas desde las ruedas y con la única intensión
de asustar a todo aquel que ya con unas copas de más se le atraviese. Algunos
dicen que como ya no puede degustar el sabor del licor esa es su forma de vengarse
de aquellos que aún lo pueden hacer.
Adaptación
de Giancarlo Tribiani
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