Saludos a las personas que nos siguen, durante un período bastante largo estuvimos desconectados de esta revista, sin embargo, y luego de meditarlo, tomamos la decisión de abrir una vez más las puertas de este espacio para todos aquellos que estén interesados en utilizarnos como un medio para compartir sus creaciones artísticas.
En esta ocasión queremos compartirles dos textos de la escritora, periodista y tesista de Antropología Cristina Solís.
Ella nos
comentaba que se percibe como un ser humano en constante crecimiento personal,
y espiritual y que siempre está en la búsqueda de ayudar a los que la rodean y mejorar día a día como ser humano.
En Teoría
Partiendo de imaginarios que acosan el inconsciente colectivo, esas ideas que se encuentran dentro de las mentes de los individuos que conforman ciertas sociedades, culturas diversas que se enredan gracias a la globalización, adoptando patrones ajenos e interiorizándolos como propios, ejecutando cada acción como correcta, ya que eso es lo que creo, aunque tu postura de bienestar sea contraria a la mía.
Vamos es válido… ahora todo es válido, hasta matarte en mi mente, que más… además nadie se entera y vos seguís con vida, por ende, es un delito silencioso y tal vez solo pueda castigarme la conciencia que interroga el porqué de un crimen mental.
Acudo a los diálogos internos, tratando de buscar lógica a la cotidianidad, siendo esto un poco arduo y constantemente ilógico. Encontrarle forma a lo amorfo, sigo dando vueltas examinando cada dato recabado en los últimos segundos de vida. Tratando de armar un escenario dónde todo encaje, claro en teoría ¡todo encaja! al trasladarlo a la realidad, es allí donde todo pierde sentido, se deforma, acusando uno a otro; ah esos pequeños actores mentales con sus diálogos difusos que se contradicen a lo que quiero que digan. Tienen vida propia… ¡maldita sea! ¿Quién les dio vida?
O acaso serán reflejos de una realidad retorcida que se
aqueja en mi cabeza, dando señales de lo complejo y de intangible. Tan
intangible como la realidad misma, tan mutable como mi diario vivir.
Espectador
Sentarse
ante la vida, viendo la gente pasar, miles de experiencias que se escapan de
mis sentidos y lo absurdo se apodera de mi diario vivir. Tratando de comprender
situaciones invariables que se hacen inquietantes y pierden el sentido
inexistente de la vida.
De esos días en
los que parece ser, que desperté en una realidad que no es mía, es un cuerpo y
espacio que no me pertenecen… ansiando poder despertar de la vigilia eterna que
parece mi tiempo. Sin lograr discernir que realmente pasa a mí alrededor, o
poder dilucidar qué parte es mía o no.
Esas horas cuando
el cuerpo asume formas extrañas y las sensaciones lo son aún más….
Haciendo difícil
confesarse ante un mundo externo, confesar el sentir que carece de tiempo,
sintiéndose ajeno al próximo estar…
Divago en
pensamientos ajenos, ideologías formuladas que contrarrestan las dudas
existenciales que acosan a cada instante, en cada resquicio de la razón.
Analizando
aquellas invitaciones al delirio, a la ausencia física, a la ausencia mental,
aceptando la estancia en diversas partes del universo fuera de este, que
pareciera que fuese un nivel del infierno creado por Dante, un nivel adicional
que olvido incluir.
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