Luego de conversar y pedirle permiso a la única persona que considero que su opinión acerca del tema que voy a abordar me es importante, fue que decidí expresar mi pesar ante la forma de comportarse de todos aquellos que utilizan las redes sociales para mostrar su indignación por los hechos que son tendencia y de los cuales consideran deben expresar su opinión para que todos los que los «siguen» los consideren seres humanos con conciencia y voz social.
Para que nos entendamos, los debo poner en contexto, no soy
un usuario de las redes sociales, lo más que hago es publicar pendejadas en el
estado de mi WhatsApp, pero, ya sea por ese medio o por otros me entero de
muchas de las situaciones que suceden en este país.
Hace un par de semanas, gracias a un amigo de un grupo de
WhatsApp, me enteré de que una pareja había sido agredida en Ciudad San
Cristóbal, Guatemala, y en varias ocasiones, por vecinos del mismo complejo de
apartamentos en los que ellos vivían.
Al profundizar en la información me di cuenta de que toda
esta situación se había dado por el «pecado» de ser una pareja del mismo sexo,
no sabrán la indignación que sentí al percatarme de esto. Mi corazón me dio
vueltas y una ola de sentimientos me atacó.
Me dispuse a averiguar más sobre esto y poco a poco me
enteré de que este incidente había sucedido semanas antes, pero que hasta ese
momento fue que salió a la luz. Entonces pensé que en este país de doble moral
tenés que ser mujer, indio (tal vez ni aún así) o un negro de otro país (aquí
fijo que sí) para que tus propios conciudadanos muestren empatía por la paliza que
un montón de descerebrados te propició.
Busqué y busqué información (por mi trabajo tengo acceso a
una cuenta del cara de libro) en una red social, que se caracteriza por ser el
desagüe de miles de opiniones sin importancia, y no encontré nada.
Ningún comentario de indignación, ningún comentario de
apoyo, ningún comentario exigiendo justicia (es posible que sí existieran, pero
es casi seguro que fueron tan pocos que no lograron resonar como otros), ningún
numeral «la vida de un negro importa» o «justicia para…»; que como es
costumbre aparecen en todas las redes sociales cuando un acto de violencia, ya
sea dentro o fuera del país sucede.
Y con esto me invadió la pregunta, o fue la certeza, que en
Guatemala la vida de una pareja del mismo sexo no importa, porque no es
tendencia, porque no es motivo de expresar indignación, pero, sobre todo,
porque aún nos interesa el que dirán de nosotros aquellos que son nuestros
«amigos» en las redes sociales si estamos apoyando a una pareja gay (y no
necesariamente por esta situación).
Nuestro heterosexualismo (jajaja me inventé un término
nuevo) es tan frágil que nos aterra el qué dirán de nosotros por mostrar un
poco de empatía con las personas que simplemente viven en formas que nosotros
no hemos pensado o no concebimos (siempre he creído que todos tenemos algo que
ocultar y que solo sale a relucir en el cuarto con nuestras parejas). O también
podría ser que muchos viven atados a una religión sin sentido y prefieren
guardar las apariencias y no cultivar el valor más importante que Yisus nos
dejó, el amor al prójimo.
Bueno, podría seguir escribiendo y decir miles de cosas,
pero no haré y estoy casi seguro de que si llegaron hasta aquí es porque
esperaban algo más profundo de mí persona y en verdad siento decepcionarlos.
¡Ah! sin embargo, si me despediré diciendo lo siguiente: yo
Jorge Luis Castellanos no tengo miedo de que cuestionen mi sexualidad por
apoyar y no callar mi indignación por la violencia y la falta de justicia que
sufren mis amigos y amigas, que por lo que ustedes quieran pensar, no tienen
miedo de gritar a los cuatro vientos que son libres y que están orgullosos y
orgullosas de ser quien son.
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