Buenas noches a todas las personas que se toman el tiempo de leer nuestras publicaciones. El día de hoy les vamos a compartir dos textos más de la escritora Cristina Solís.
También queremos extenderles la invitación para que se comuniquen con nosotros por inbox y nos comenten si están interesados en compartir por medio de este espacio su talento, sin importar la rama del arte a la que se dediquen.
Si más que decir, esperamos disfruten de la literatura de Cristina Solís.
Nunca he sido de permanencias prolongadas, no encuentro
hogar en ningún lugar que no sea mi espacio, siempre me largo o me escondo
cuando considero necesario y no me pesa largarme, simplemente hago lo que
considero necesario en el momento oportuno. No me gustan las lágrimas
hipócritas… Esas que tienes cuando no te pongo la atención que requieres, esas
que exaltan tu carencia de personalidad cuando en realidad intentas de ser
alguien más, para hacerme sentir culpable y esa sonrisa cínica que me
desmoraliza…
No entiendo por qué preguntas hacia dónde voy, cuando no
tienes el valor de seguir mis pasos, cuando lo que quieres es que me quede
contigo hundida en el fango y luego ríes sin explicación aparente.
No tiendo a quedarme donde no soy bienvenida ya que un discurso
insípido no satisface mi necesidad por saber, al menos tener una mínima idea de
qué pasa, odio estar sin datos, odio confiarme, odio confiar en ti.
Nunca he sido de espacios, tiempos o personas permanentes,
mi tiempo es atemporal por ende no creo en el ayer o el mañana, ya que lo único
sólido y verificable es el ahorita; claro si es que logró discernir mi realidad
de mis fantasías… Lo que me parece un poco irónico el saber o no saber qué es
lo que vivo y si realmente estoy viva…
Por tanto, solo espero a ver si hay alguna reacción en mis
sentidos una luz o una sombra… entre espacios tangibles que se mueven al ritmo
de mi música, ese ritmo latente que marca el corazón, mi respiración; creando
armonías perfectamente en sintonía con el universo, con cada movimiento que se
registra en la memoria colectiva y desaparece, porque el olvido nos inunda y
nos deja en el vació.
BOCETOS…
Era complicada para los demás y lo sabía, asumiendo también
que era complicada para sí misma. Le gusta reír al no comprender la idiotez de
los demás, confundiendo también su propia estupidez con la lucidez del sol.
Todo era complejo su mundo era complejo, lleno de formas y colores sin razón de
estar, sin razón para no hacerlo.
Su vida transcurría en libros y letras, imágenes que se
difuminaban al ritmo de las noches llenas de sombras, mensajes vacíos enviados
a la nada, tratando de borrar nombres de su cabeza, era una tarea ardua pero no
imposible y se divertía esforzándose por recordar los sucesos de noches
anteriores, cuando vagaba por las calles y en sus venas corría el alcohol,
estallando el cerebro de manera colosal, borrando instancias mentales de ese
inconsciente colectivo del cual ya no quiere participar.
Soñaba con universos lejanos, llegar algún momento por allí
perderse entre la inmensidad estelar de la noche, ah la noche amaba la noche,
más cuando la luna susurraba a sus oídos planes de dominación y destrucción,
eran cómplices en ataques y explosiones ficticias que morían entre risas y
diálogos inexistentes.
Se amaba tanto, que le encantaba pasar tiempos prolongados a
solas, de hecho, socializaba solo para no perder contacto con lo externo y para
recordarse de vez en cuando como es ser humano fuera de sí. Buscando contacto
físico
Eventual por necesidades físicas ya que se bastaba a sí
misma pero el sentir a alguien más era placentero y a veces necesario.
Buscando los senderos más oscuros y boscosos encontraba paz
para su volátil mente, que con ideas insensatas bombardeaba sin cesar, ah ideas
malditas ideas…
Que se esconden y aparecen como estrellas fugaces, sin
avisar, vienen se van, regresando con más fuerza y duelen, matan, construyen y
destruyen miles de edificios internos sin cimientos sólidos, ya que viene otra
construcción más fuerte y fuerte y fuerte… y explota todo explota dentro de su
cabeza, recurriendo de nuevo a las letras, esas niñas traviesas que juegan con
la visión y el tacto.
Que cuentan historias sin finales y finales sin principios,
contando secretos entre sí, burlándose de su estar frente a la computadora
sabiendo que decir, pero sin saber cómo expresarlo.
Y así se le escapaban sus días, siempre esperando que
llegará la noche, era un animal nocturno encontrando en la oscuridad el
perfecto espacio para estar y poder ser ella, feliz, libre, complicada,
simplemente ella.
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