El día de hoy nos complace presentarles el trabajo de Erick Peralta, quien se describe como un psicólogo apasionado por lo clínico y laboral, trabajador, leal y buen amigo. En este texto nos presenta varias ideas con las que nos podríamos identificar o quién sabe, tal vez ya lo hicimos.
Un dragón es una criatura mítica que en la antigüedad sólo algunos valientes se atrevían a enfrentar, y muy pocos obtenían la victoria, o por lo menos eso nos han hecho creer las historias que nos cuentan. Pero ¿qué pasa si contextualizamos desde lo interno, es decir desde lo más profundo de nuestras emociones? Encontraríamos muchos dragones y muy pocos valientes ¿cierto?
La sola idea de enfrentarnos a nuestros dragones emocionales es algo impensable para muchos de nosotros, pero este viaje puede resultar interesante como sanador; algunas culturas cuentan que estas criaturas se catalogaban en dragones buenos y malos, según el pensamiento mágico, pero ¿cómo podían distinguir qué tipo de criatura era a la que enfrentaban?, ¿cómo puedo diferenciar si estas emociones me dañan o me benefician?
Imaginemos que en esa época no tenían el poder de decidir si querían o no ser ese héroe que enfrentaba a esa bestia que atemorizaba tanto, posiblemente muchos tan solo lograban llegar a donde se escondían y eran devorados, o simplemente en el camino decidían que era más fácil vivir como un cobarde. Con nuestras emociones pasa lo mismo, el punto aquí no es sólo llegar y descubrir cuál es nuestro problema o exteriorizarlo, pues muchos de nosotros tenemos la capacidad de ir por la vida sabiendo qué es lo que nos hace daño, pero como ya lo hemos identificado y podemos hablarlo, entonces nos proclamamos VALIENTE, pero ¿de verdad lo somos?, en realidad NO, aunque es el primer paso, ya que identificamos que tenemos un problema y a la vez aceptamos necesitamos ayuda. Esto no es suficiente para atacar a nuestros dragones.
Para acabar con ellos es necesario navegar la
profundidad de nuestras emociones y validar si realmente lo que sentimos nos
beneficia, o debemos soltarlo para poder evolucionar, y así poder resolver
desde dentro el por qué tenemos ciertas necesidades (como estar en compañía de
alguien o crear vínculos tóxicos). La clave para derrotar a nuestros dragones
está en aprender a amarnos con lo que tenemos y lo que no, descubrir que somos
importantes y tenemos la capacidad de valorarnos y protegernos para que todo
fluya en armonía, y hasta ese momento lograremos ser VALIENTES.
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