miércoles, 23 de agosto de 2017

Diario de un burócrata




En círculos artísticos, alguien ha dicho que el Burócrata coge con dos mujeres en el día. Sí, con una por la mañana y con la otra por la tarde. A la noche siguiente sale a cenar con una tercera, en plan de gala y fiesta. En su vida real, alejada del chisme infantil, en la oficina también disfruta la plática ambigua, erótica y sesuda por chat con una cuarta, menuda y oscura. Quienes se han levantado de su cama le han dicho que es muy buen amante. Más que creérselo por labios de terceros, lo ha sabido desde vidas pasadas.

Este tipo con corbata trabaja en horarios extendidos, va al psicólogo y resuelve problemas de niñez una vez por semana. En sus tiempos libres, lee y escribe ad honorem. Está consciente de que ser divointelectualoide no quita la ignorancia ni la miseria.

En noches permeadas de insomnio, se levanta a tomar agua mientras planea el asesinato cuasiperfecto de otro escritor en ciernes o no tanto. Ha leído sus palabrerías en blogs, libros, panfletos, fotocopias perdidas y algunos libros-objetos. Lleva a cabo la investigación debida de esos personajes que se hacen llamar, casi todos, poetas.

Para el hecho criminal, escoge versos de cada uno, los copia a mano en hojas crema –tiene bonita letra de molde– que dejará dobladas delicadamente en rendijas de ventanas. Nunca ha plagiado a nadie, por lo que coloca, con todos sus acentos, los nombres de cada autor. Así de romántico se siente el Burócrata cuando se trata de violencia. Las muertes son desastrosas, nada chic, sabe bien que los crímenes no consiguen la belleza ni la estética occidental permisible.

Algunos de esos poetas han dicho de él que es medio maricón. A su favor –entelequia machista– ha de decirse que nunca se ha reprimido, que simplemente es curioso cuando se cansa de juegos carnales convencionales. Está seguro de que dejaría satisfechos y ansiosos a los mediocres que han dicho tal barbarie por nata ignorancia, la mayoría hombres.

Estos crímenes de letras quedan registrados en su diario. Lo abre y escribe: «No. 9 / Domingo 9 de agosto / Verso: “No eres el primer dolor que me deleita”. Mónica Navarro
  ̶ el burócrata se ha enamorado un poco de la viscosidad de esa frase y de los ojos durmientes de la autora ̶ . Después del café, postergado por años, el crimen sucedió bajo el agua, definitivamente memorable». Abundan luego en el diario los detalles. Tiene un sentido plástico como el agudo filo de un bisturí. El Burócrata ha enumerado los escritores muertos. Apunta en el diario, como capricho especial, que el número diez tendrá barba. Ha de esperar para ello, como es su fina costumbre. La paciencia se le ha forjado en el papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas, un sistema absurdo pero útil en el cual algunos también se llaman a sí mismos artistas, con otras aristas y aficiones además de las letras.

*Este cuento pertenece a la sección Metatextos, del libro aún no impreso Caer, de Diana Vásquez Reyna. La autora Mónica Navarro autorizó que se incluyera su verso en este relato.

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