Lily también llegó, tiene un año más que yo pero ha envejecido dos vidas. Llegó con su hijo adolescente y su madre, la vi desde lejos. No pude acercarme en el primer instante, mis piernas se hundieron en el suelo como bloques de concreto sobre arena. Tampoco pude hacerlo aquella vez, cuando a los dieciséis años, la vi en el atrio de la iglesia a la que la familia iba.
La cena se alargó.
Estábamos en una de las casas más grandes del desvencijado barrio que había
querido tanto. Es decepcionante volver a un lugar demasiado idealizado y ver
con ojos adultos la imperfección de aquella preciosa mentira.
Ojos de Ciego
Para más información sobre el libro, visita: Ojos de ciego
Qué bonito, muchas gracias por compartir el fragmento.
ResponderBorrarCon mucho gusto Zully.
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